Mamá Ladilla cumple con aquella canción de Reincidentes que dice lo de “buscarle las vueltas al lenguaje”. El trío encabezado por Juan Abarca domina ese estilo tan particular (“punk rock progresivo y zafio”) creado a partir de tres características:
– Técnica musical magistral (Abarca es licenciado en guitarra clásica).
– Letras barrocas y figuras literarias a las que estamos poco acostumbrados.
– Una poca vergüenza y un sentido crítico impreso en cada canción que ponen la guinda al pastel, amén de un cariño especial por lo escatológico.
La noche del 13 de diciembre Mamá Ladilla ofreció un menú que sorprendió al ojo experto.
Entramos a las 22.25 sin que hubiera mucha gente presente, como unas cincuenta personas. A lo largo de la jornada irían llegando más. Los artistas entraron a las 22.34 y nos sorprendió que traían bajista nuevo. Se trata de Sergio González, del grupo Wild. Aunque no lo conocía, me cayó bien desde que probó el bajo con la Canción de Saria del videojuego The Legend of Zelda.
Tras agarrar la guitarra, Juan Abarca saluda al público lacónicamente con “¡a la paz de Dios!” y comienza con un balbuceo absurdo. Sigue con algo más rockero, Letras Guarras, del disco “Naces, Creces, Te Jodes y Mueres”. Una canción cuya letra sirve para abrir la sesión y con cambios de ritmo que provocó el primer pogo importante de la noche. Anticipamos que no fue el único.
Por la poca gente dice «¿Dónde se ha metido el resto? ¡Que paso lista!». Una chica del público contestó “¡la crisis, la crisis!”. Qué lástima. A continuación sacaron uno de los temas más simpáticos del disco “Jamón Beibe”, Janfri Güey. Un contundente pogo y el alegre cántico de la masa acompañaron la canción, y ya no paró porque engancharon con la siguiente canción: La Polla de mi Jefe. Un tema que todos se saben de memoria.
La histeria colectiva llegó con Surfin Papa, un tema por todos conocido y que tradicionalmente abría cada concierto de Mamá Ladilla. El público estalló en alaridos sobre imaginarse a Su Santidad el Papa en chándal. Algo digno de ver, oiga. Siguiendo con el tema del cristianismo, rescataron el tema Yo Prefiero a Baco, una crítica muy gráfica y esperpéntica. Puro punk rock rápido y rítmico.
Cambiando de tercio, sonó Defectuoso, que hizo que todos cantaran el estribillo a modo de balada. Le siguió ¡Hey tripi! y, tras un irónico “ahora una balada”, Ven.
Un buen riff de guitarra y genial toque de bajo precedieron a Atente a tu Tonta Tarea, que contó con la participación del público. Directamente pasan a un potente guitarreo sazonado con las palabras «zulú», “másai” y otra tanda de vocables inconexos, para retomar la aliteración con Flípalo.
La novedad llegó con “Camas de Hotel”, una canción inédita que escuchábamos por primera vez. Justo después, sonó Cumpleaños feliz, donde Sergio el bajista se lució.
La tanda, podríamos llamar, “del pesimismo” continuó con otras canciones como Obcequeitor (“a la mierda todos los que no son yo”) y un tema desconocido, muy rockero. Esta canción dedicaba una agria y encolerizada crítica a los banqueros y valoraba con humanidad a los afectados por las preferentes. Conectó perfectamente con la sensibilidad del público hacia este tema e inspiró un fuerte aplauso que destilaba rabia.
Otro grupo de canciones tenía que ver, según Juan, con la muerte. El público rugió cuando tocaron una de las canciones más míticas de la banda y que por lo que sea no suelen tocar en directo: Naces, Creces, Te Jodes y Mueres. Un clásico automático sobre lo absurdo de la vida. “Abundando en el tema” fue la frase con la que Abarca introdujo Absolutamente Nada, una canción que trata el tema de la muerte desde una perspectiva puramente materialista: no hay que preocuparse por ella porque después no hay, efectivamente, “absolutamente nada”. Cada nuevo concierto de Mamá Ladilla sigue sorprendiéndome al ver a tanta gente cantando
alegremente el estribillo de esta canción: “¡Vamos a cascarla, ye ye ye ye!”. Dan ganas de morirse, vaya.
Las siguientes canciones son cada cual una amarga crítica a la sociedad, probablemente donde Abarca despliega sus versos más afilados: Me Avergüenzo es una andanada contra todo evento social y político de la actualidad, apuntando incluso al mismo individuo. Tiene además, como el buen rock, combinar una música cañera con letras que invitan a la reflexión. Otra Subnormalidad (“ha sido votada… por los diputados y las diputadas…”) es una ¿balada? dedicada a nuestros amados representantes políticos y los resortes del Estado.
Volviendo a los temas más absurdos, sonaron Cosas que Joden y Aparta Papá. El rápido y facilón estribillo de la segunda canción desató el caos más absoluto.
El momento participativo de la noche llegó con Sucedió en Beckelar. Una canción que no puede faltar en cada concierto de Mamá Ladilla, seguido de otro imprescindible: Mi Nave Mix, un popurrí de pequeños temas que hicieron enloquecer a todo el mundo. El segundo momento participativo( casi hubiera dado igual que el vocalista se callase, el público lo hizo todo) vino con Pobre Principito.
Primavera, la canción sobre tetas y culos, sirvió para que Sergio el bajista se pegase un show bueno a la mitad. A continuación, todos empezamos a recitar latinajos al son de Cunnilingus Post Mortem. Con lo difícil que es memorizar las declinaciones, es flipante que todos nos sepamos este tema.
La banda para y se despiden porque nos veremos pronto, «en un minuto, en los bises».
Cumpliendo su promesa, rápidamente retomaron los instrumentos para entonar Hijo Puta. La única forma de describir esta canción es como el insulto supremo.
En la recta final, Abarca grita: “Manolo Escobar ha muerto. Ohhh… 😦 Chanquete también. ¡¡BIEEEN! :D”
Los que conocen a este grupo saben que suele acabar con la canción Chanquete Ha Muerto, pero en esta ocasión todavía quedaba espacio para otro bocado: Parece que terminan con la marcha fúnebre y meten Ataca, la canción más trallera de toda la noche.
Finalmente, tras tañer la canción de Heidi volvieron a como empezaron, con ese esperpéntico balbuceo.
Como decíamos al principio el inimitable trío de ases no ofreció lo de siempre, sino que, a nuestro juicio, tiraron más de los temas provocativos y satíricos que del humor absurdo. Mientras que en otros espectáculos usaban sus temas más hilarantes, parece que el día 13 apostaron por invitar a la reflexión. Esto es solo una opinión, pero tal y como está el mundo no sería raro.
En definitiva, Mamá Ladilla no defraudó y nos garantizó un buen rato lleno de humor, crítica y punkarreo del bueno. Nos vemos a la próxima.
por @Manu_Corleone